Roma, la ciudad eterna
Yo también he sido uno de los 26 alumnos que han disfrutado del viaje de fin de curso a Roma, también conocida con el nombre de “Ciudad Eterna”, ya que en ella el tiempo parece que se ha parado hace siglos. La idea que yo tenía de este viaje era muy distinta a lo que me encontré cuando llegamos allí, pues me imaginaba la típica ciudad que en su tiempo había sido preciosa, pero de la cual ahora solo quedaban unas pocas piedras , aunque después no me hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de que estaba equivocada.
Nuestro camping se encontraba a unos 5 km del centro de la ciudad y nos solíamos desplazar en metro y autobús a los distintos lugares que visitábamos, entre ellos la Piazza Di Popolo, la Fontana de Trevi, las Termas de Caracalla , el Phanteon y otros muchos , pero hubo dos lugares en concreto que consiguieron sorprenderme. El primero de ellos fue el Vaticano , mundialmente conocido por ser el centro neurálgico de la Iglesia Católica, es el estado más pequeño de Europa y se sitúa en el centro de Roma , aunque se encuentra amurallado y en su interior no viven más de 1000 personas.
Nada más llegar estuvimos haciendo una larga cola en la Plaza de San Pedro para entrar a ver la basílica. Está rodeada de centenares de columnas encabezadas por numerosas esculturas de santos , y en el centro destaca un gran obelisco y dos fuentes.
Después de un largo rato, por fin entramos a la basílica de San Pedro, el templo religioso más importante del catolocismo donde el Papa realiza las misas más importantes. Pero sin duda alguna la mejor zona de este edificio es la cúpula. Todos nos lamentábamos porque teníamos que subir casi 600 escaleras para alcanzar su cima , pero al final mereció la pena , ya que muestra unas vistas impresionantes de toda la ciudad.
Y el segundo lugar fue el Coliseo , uno de los principales símbolos de la cuidad, en el que nada más entrar tienes la sensación de haber retrocedido en el tiempo. En él se realizaban batallas de gladiadores, juegos de caza y muchas más actividades de las que podían disfrutar las gentes de esa época. Todos los días acabábamos cansadísimos, ya que estábamos visitando continuamente distintos lugares y monumentos, pero misteriosamente todo esto cambiaba cuando llegábamos al camping y no dejábamos escapar ni un momento de discoteca. En definitiva, este viaje a Italia me ha encantado , tanto el lugar como las personas con las que he compartido estos maravillosos días.

Aitana G.